Lasombradelsol


Sabor a ti

Apareces entrelineas, como deseo insaciable. Te vuelves imprudente pasión desenfrenada entre mis dedos, al recorrerte, efímera fuente de inexistencia.

Guardo aún el sabor de tus palabras, como sintiendo latente aún, aquella noche; dulce tesoro. Recorro paso a paso nuestro caminar, en contraria dirección, como queriendo revivirlo.
Vivo atrapado en un recuerdo que involuntariamente me encadena a tu existir.
Imagino verte cada vez, entre inexpresivas multitudes, aún cuando sé que te esconden de mí.
Un torbellino de emociones me arrebata y envuelve cada uno de mis sentidos.
Quisiera saberte real; robar de mis labios aquel “imposible”, que como barrera me mantiene siendo sólo un espectador más.
Redefinamos el idealismo, y hagámoslo esta vez distinto.

Reiteradas apariciones en perturbadoras ausencias oníricas. Amargos amaneceres inconclusos, llenos de aquel vacío sabor a ti.

No te pido

No te pido más, sólo siéntate a mi lado. Oye mi silencio y deja que éste fluya entre nosotros.
Abraza mis miedos, apriétalos con fuerza.
Siente conmigo, y júrame eternidad.
Dime que el reloj se volcó a mi favor y entre sus vueltas trajo consigo a mis perdidos inviernos.
Pídele a mis labios no mencionar otra vez su nombre.
Ahoga esta dura tortura que baja por las noches y me canta al oído su triste canción.

Nunca más, un paso más.

Doy un paso, vacilante. Un segundo y todo está perdido. Mi mirada se pierde en el fondo de tu habitación, la cual parece extenderse y no tener fin. Extraigo del reloj un minuto, y lo descuartizo lentamente. Estiro el tiempo de forma placentera; a mi antojo.
Sólo esta vez, sólo por ahora, sólo por ti.
Aprieto el gatillo. Los sentidos desencadenados se pierden, por un instante, entre la infinidad de recuerdos y sensaciones que vienen a mi encuentro.
Te tomo entre mis dedos, y robo de tus labios el deseo.
El suelo, flexible, cobija mi atenuante caminar cegado. Me hundo en él, para tomar impulso.
Ya puedo sentirte en el aire asfixiando mi existir.
Rompo la estabilidad del presente y me oculto en aquel oscuro abismo.
Vuelvo a respirar, y en el respirar de tus pulmones, me vuelvo a perder.
Una extasiante sensación de pánico baila por mis pupilas de forma curiosa.
Cállate y cierra los ojos.

Ya no te quiero, no como al principio. Creo odiarte a ratos, para sentirme menos culpable.
Un paso más y nada más.

Prometo como cada vez, no volver, antes de partir nuevamente.

Bebe hasta la última gota

Llueve triste. Llueve mojado. Llueve desde mis ojos hasta la ventana, que no me permite ver más allá. Llueve desde mi ventana hacia mi interior. Llueve sobre los vasos vacíos.

Una negra esponjosa esconde el cielo de mi habitación. Me mira de reojo, y cada tanto, lanza un flash parpadeante encegueciendo al público/espectador.
Cientos de recipientes metálicos en el suelo, cubriendo las goteras que tiene mi alma. Que rota, se desangra. Lento.

Todo se embarga de un color/sabor/olor húmedo, mezclado al de frescas violetas.

Los sueños se evaporan y los miedos solidifican.

Ya no llueve ni triste. Ya no llueve ni mojado.

Soledad

Soledad, proceso de auto encuentro, estado de indiferencia global, que envuelve cada uno de los sentidos, alejándolos momentáneamente de la consistente realidad.
Auto acercamiento; descubrimiento de nuevos pasillos en los laberintos de la mente, cada uno de ellos, con cientos de puertas, esperando ser abiertas. Miles de secretos escondidos dentro de sí mismos. Suave oscuridad, necesaria e inevitable.
La soledad te espera en la esquina, cada noche, con cartera en el brazo y minifalda.

Tiene nombres, apellidos, sabores, generalmente amargos, colores un tanto desteñidos, mas posee también, dentro de sus características más considerables, un ritmo exquisito y bien definido, un sonido que extasía.

Es la verdadera imagen de cada quien. Es el lugar donde nadie tiene nada que ocultar; donde las palabras están demás.

¿Juguemos a querernos?

Te propongo que juguemos a querernos, aunque sólo yo lo haga.
Que juguemos a que al lavar nuestros rostros cubiertos de lodo, a orillas del río, al abrir los ojos, encontremos nuestras miradas, una al frente de la otra.
Juguemos a que nos necesitamos, al despertar cada mañana, a que los rayos del sol matutino, no sean suficientes para aclarar el día si no estamos juntos.
Juguemos a odiar cada minuto en que estemos separados.
A mirar la luna cada noche, imaginando que se refleja en ella tu rostro para mí, y el mío para ti, sin importar donde nos encontremos.
Juguemos a pactar un amor incondicional, al cual ni la distancia pueda afectar, mas que para acrecentarlo.
Juguemos a mentirnos, y decirnos que esto nunca acabará.
Juguemos a cerrar los ojos, y juntar nuestros labios, y sin emitir sonido alguno de ellos, prometernos eternidad.

Y cuando acabe sin haber empezado, yo seguiré jugando.
Jugaré a llorar por tu ausencia. Jugaré a llenar mi habitación de oscuras mariposas que me hagan compañía en mi primer paso a la muerte. Nadaré en mi tristeza y procuraré no ahogarme, recordando que es sólo un juego.
Jugaré a creer que aún estas aquí, y que de mi mano no te has soltado.
Jugaré a que no es un juego.

Dejaré de jugar… Y cuando así sea, no intentaré volver a hacerlo, ya que si te fuiste lo hiciste para no volver.

Game Over.

De incertidumbre presente a Dolor Pasado y viceversa..

Hoy, el Pasado tocó mi puerta, y aunque lo esperaba, fue extraño verlo frente a mí, volver a ver su mirada.
Me saludó, pero debido al proceso de cambios y trastornos psicológicos en el que me veo envuelto (por lo menos eso creo), me mostré indiferente y sólo me digné a preguntarle que hacia aquí. No me respondió, solo guardó silencio, por lo que no logré desvanecer de mí, esa perplejidad que se produjo a raíz de su visita.
Fui fuerte, o por lo menos intenté serlo, intenté esconder mi sufrimiento, mi ira, mi miedo, mi sed de venganza, y toda esa serie de sentimientos que surgieron en mí, a causa de su presencia aquí, pero todo fue en vano. Alguien más hablaba y actuaba por mí, con suerte lograba a ratos, pensar por mí mismo.

Quise decirle cuanto necesitaba que estuviese nuevamente junto a mí, cuantas veces se desangraron mis ojos por su ausencia, pero nada de eso, ni siquiera algo que se le pareciese, sino que totalmente al contrario, un vocablo completamente vulgar, frío y extrañamente sarcástico bailaba con mi lengua, para colarse entre mis dientes y abofetear a cualquiera que se pusiese enfrente.

Una luz atravesó el cielo y ciegamente, sólo reaccione a levantar la vista para divisarla.
Una de esas niñas que se caen del cielo”, pude darme cuenta.
Intenté pedirle un deseo, como dictan antiguos rituales ancestrales, mas no pude, ya que una leve brisa acarició mi cara, dándome aviso de su partida.

Volví en mí. Cerré nuevamente la puerta, pero esta vez cautelosamente, cerciorándome de que quedase bien cerrada, aunque sé que de todos modos, como un fantasma, la atravesará y volverá a aparecer frente a mí.

Será acaso que debo buscarlo y enfrentarlo, para así poder librarme de él?

O quizás sólo debo dejar que siga torturándome hasta que consiga acabar conmigo, y de paso, con este mundo lleno de confusión del que soy parte, y aquella batalla sin fin entre mis sentimientos, pensamientos y acciones?

Sólo me quedaré con la idea inicial, “mi idea inicial”, la de no saber que hacer, no saber como actuar, la de sólo dejar que las cosas pasen, sin intentar intervenir en su curso, haciendo caso omiso a su existencia, sólo ver como ocurren frente a mí…

Sin mayores cambios.




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